Cuento: “El ruiseñor y la rosa”:
un joven estudiante se lamentaba de no encontrar una rosa roja en su jardín, su amada le exigía una rosa roja para asistir a la fiesta que el príncipe organizaba. Él joven estudiante se decía si lo llevo una rosa roja, bailara conmigo hasta el amanecer y si no, no se fijara en mí. Una lagartija se burló y se rió al verlo llorar tendido en el césped. El ruiseñor desde su nido de un árbol lo oyó y dijo he aquí el verdadero enamorado.
Y de pronto voló y atravesó el jardín, vio un hermoso rosal y se posó en una ramita, y le dijo dame una rosa roja y te cantare mis canciones más dulces , mis rosas son blancas respondió el rosal, ve a mi hermano que esta junto al viejo reloj, y voló el ruiseñor al otro rosal y le dijo, dame una rosa roja, mis rosas son amarillas contestó, ve a mí hermano que crece debajo de la ventana del estudiante, voló inmediatamente el ruiseñor y llegando le grito dame una rosa roja, y te cantare mis canciones más dulces, mis rosas son rojas respondió, pero el invierno a helado mis venas y no tendré más rosas durante este año. Y no hay forma de conseguirlo dijo el ruiseñor, si hay una respondió el rosal y añadió, al claro de la luna debes cantar con el pecho apoyado en mis espinas, y toda la noche; las espinas atravesaran tu corazón, tu sangre correrá por mis venas y así formare una rosa roja con tu sangre. El ruiseñor aceptó el sacrificio. Y luego voló por el jardín y ahí vio al joven que permanecía llorando sobre el césped. Y le dijo Sé feliz; tendrás tu rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón, solo te pido que seas un verdadero enamorado, él joven estudiante lo escuchó y no comprendió, y se dijo el ruiseñor comprenderá los sentimientos, me temo que no y entró a su habitación.
El árbol que lo entendió todo, le pidió al ruiseñor que le cantase su última canción, y el ruiseñor cantó su última canción. Cuando la luna alumbraba el ruiseñor voló desde su árbol al rosal y apoyo su pecho sobre las espinas y empezó a cantar, en lo más alto del rosal apareció una rosa pálida; apriétate más le dijo el rosal, y el ruiseñor se apretó más, y empezó a enrojecer la rosa; pero no era suficiente, las espinas no habían llegado al corazón del ruiseñor. Apriétate más le volvió a decir el rosal, o amanecerá antes de terminar de hacer la rosa. Y el ruiseñor se aprieto más, hasta llegar las espinas a su corazón y cuanto mayor era su dolor, más fuerte cantaba y lentamente moría y la rosa enrojeció como la rosa de bengala.
Al día siguiente, al mediodía el joven abrió su ventana y vio una rosa roja que jamás en su vida había visto, lo cogió y se lo llevó a su amada; ésta la despreció por que solo era una simple rosa y no tenía valor, como el regalo de joyas que le regalo el sobrino del chambelán. Él joven le dijo ingrata, y arrojó la rosa en un arroyo y un pesado carro lo aplastó, y se regresó a su casa, y cogiendo un libro se puso a leer. El gesto del ruiseñor fue olvidado, con una frialdad total, y mucho peor fue invalorado.
“Y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma” . (Ef 5,2)
Guión Litúrgico: