Cuento: “¡Te hice a ti!”:
Era un día lluvioso y gris. El mundo pasaba a mi alrededor a gran velocidad. Cuando de pronto, todo se detuvo. Allí estaba, frente a mí: una niña apenas cubierta con un vestido roto y sucio que era más agujeros que tela. Allí estaba, con sus cabellitos mojados, y el agua chorreándole por la cara. Allí estaba, tiritando de frío y de hambre. Allí estaba, en medio de un mundo gris y frío, sola y hambrienta.
Me encolericé y le reclamé a Dios. "¿Cómo es posible Señor, que habiendo tanta gente que vive en la opulencia, permitas que esta niña sufra hambre y frío? ¿Cómo es posible que te quedes ahí tan tranquilo, impávido ante tanta injusticia, sin hacer nada?".
Luego de un silencio que me pareció interminable, sentí la voz de Dios que me contestaba: "¡Claro que he hecho algo! ¡Te hice a ti!". Fin.
El Evangelio de este domingo nos presenta a Cristo como el que viene a liberar al hombre de todo lo que le oprime. Él es Mesías, el Ungido por el Espíritu Santo, que viene a anunciar la Buena Noticia de la salvación.
Haremos bien en alegrarnos porque también para nosotros es este anuncio de salvación y liberación. Haremos bien en aprender de Jesús, ya que queremos ser sus testigos en el mundo, liberando de sus males a los que sufren. No miremos para otro lado, no busquemos responsabilidades en los demás. Cuando tengas la tentación de culpar a Dios por las cosas que no van bien en el mundo, recuerda que Él sigue actuando, sigue liberando. Pero recuerda también que él ha hecho algo muy importante para combatir las injusticias y la opresión: ¡Te hizo a ti!
“El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. (Lc 4,18-19)
Guión Litúrgico: