DOMINGO II DE ADVIENTO

CICLO C

JESÚS NOS INVITA A PREPARAR SU VENIDA


“Preparad el camino del Señor”. (Lc 3,1-6)
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: "Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios."




Cuento: “El viajero”:

Hace mucho tiempo, en un lugar lejano, un viajero llegó a una tierra que no conocía. De inmediato le llamó la atención la hermosura del lugar, de sus arroyos y sus campos. Habiendo caminado un rato, comenzó a vislumbrar las casa de un sencillo poblado. Las casas coloridas con las puertas abiertas de par en par irradiaban un aire de paz y alegría. Al viajero le resultaba difícil creerlo… ¡él venía de un lugar tan distinto!

Poco a poco se siguió acercando. Vio unos niños jugando y a sus padres que salían a su encuentro y con una enorme sonrisa le invitaron a quedarse con ellos unos días.

El viajero aprendió muchas cosas, por ejemplo a hornear el pan, a trabajar la tierra, a ordeñar las vacas… pero había una que le llenaba de curiosidad. Cada día, a veces en varias ocasiones, los miembros de la familia se acercaban a una mesita donde habían colocado las figuras de María y José, junto a un burrito color marrón y una vaca; y muy despacito dejaban una pajita entre María y José. Con el correr de los días la cantidad de pajitas iba aumentando e iban formando un colchoncito que se iba haciendo cada vez a más mullidito.

Cuando le llegó al viajero el momento de partir, la familia le entregó un pan calentito y frutas para el camino, lo abrazaron y se despidieron. Ya se iba cuando, dándose vuelta, les dijo:

– “Quisiera hacerles una pregunta antes de marcharme… ¿Por qué iban dejando esas pajitas a los pies de María y José?”

Todos sonrieron, y el niño más pequeño le dijo:

– “Cada vez que hacemos algo con amor, buscamos una pajita y la llevamos al pesebre. Así vamos preparando para que cuando llegue el niñito Jesús, María tenga un buen lugar para recostarlo. Si amamos poco, el colchón va a ser un colchón delgado y por lo mismo frío; pero si amamos mucho, Jesús va a estar más cómodo y calentito.”

Por fin el viajero pareció comprenderlo todo y sintió ganas de quedarse con esa familia hasta la Nochebuena. Pero una voz en su interior lo invitó a llevar por otros pueblos el maravilloso mensaje de amor que había aprendido de esta sencilla familia… aprendamos nosotros también y tengamos reservado en nuestros hogares un lugar calentito y cómodo donde María pueda recostar al Niñito Jesús el día de Navidad.

“Juan Predicó como precursor, ante su venida, un bautismo de conversión a todo el pueblo de Israel.” (Hch 13,24)


Guión Litúrgico:

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