DOMINGO III DE ADVIENTO

CICLO A

JESÚS DEMUESTRA SER EL MESÍAS CON PALABRAS Y OBRAS.


“¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?.” (Mt 11,2-11)
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" Jesús les respondió: "Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!"

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: "¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti." Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él."




Narración: “LA CLÍNICA DEL SEÑOR”:

Fui a la clínica del Señor a hacerme una revisión de rutina y constaté que estaba enfermo… Cuando Jesús me tomó la presión, vio que estaba bajo de ternura, y al medirme la temperatura, el termómetro registró 40º de ansiedad.

Me hizo un electrocardiograma y el diagnóstico fue que necesitaba varios by pases de amor, porque mis arterias estaban bloqueadas de soledad y no abastecían mi corazón vacío.

Pasé a ortopedia, ya que no podía caminar al lado de mi hermano, y tampoco podía dar un abrazo fraternal porque me había fracturado al tropezar con la envidia. También me encontró miopía, ya que no podía ver más allá de las cosas negativas de mi prójimo.

Cuando me quejé de sordera, Jesús me diagnosticó que había dejado de escuchar su voz cada día. Es por esto que hoy Jesús me ha dado una consulta gratuita gracias a su misericordia, así que prometo que al salir de esta clínica tomaré solamente los medicamentos naturales que me recetó a través de su verdad:

•Al levantarme, beber un vaso de agradecimiento.

•Al llegar al trabajo, tomar una cucharada de paz.

•A cada hora, ingerir un comprimido de paciencia y una copa de tranquilidad.

•Al llegar a casa, inyectarme una dosis de amor.

•Y antes de acostarme, tomar dos cápsulas de conciencia tranquila.

Y mi ángel de la guarda me dijo: “No te deprimas ni te desesperes ante lo que estás viviendo hoy. Dios sabe perfectamente cómo te sientes”.

Sí, Dios sabe perfectamente qué es lo que Él está permitiendo en tu vida, justamente en estos momentos. Él te ama tanto que ha decidido venir personalmente a salvarte.

Mi deseo para ti hoy es que: “cada gota de sangre en tus venas te recuerde que Dios te ama”.

"Decid a los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará."”. (Is 35,4).


Guión Litúrgico:

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