DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO

CICLO A 30.07.2017

JESÚS NOS ENSEÑA CUAN VALIOSO ES EL REINO DE LOS CIELOS.


“Vende todo lo que tiene y compra el campo”. (Mt 13,44-52)
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

[El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?" Ellos le contestaron: "Sí." Él les dijo: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo."]




Cuento: “El tesoro escondido”:

Cuenta la leyenda que, en el fondo de una cueva oscura situada en medio del Bosque de los Secretos, estaba escondido un cofre lleno de tesoros. Durante siglos el cofre estuvo oculto en la cueva hasta que el príncipe Bao, hijo del rey más tirano de todos los tiempos, por fin pudo encontrarlo.

Cuando el príncipe Bao regresó a su palacio le presentó el cofre a su padre, que quiso abrirlo enseguida. Pero fue imposible. El cofre no tenía cerradura, pero algo impedía levantar la tapa y mirar en su interior. Lo golpearon con todo tipo de armas, intentaron hacer palanca con todo tipo de objetos, incluso lo tiraron desde la torre más alta a ver si reventaba… pero nada. Todos los esfuerzos fueron en vano.

Tal era la desesperación del rey por abrir el cobre que prometió la mitad del tesoro al caballero que fuera capaz de abrirlo. Miles de hombres pasaron por delante del cofre para intentarlo, pero fue inútil.

Entonces el rey amenazó con subir los impuestos si nadie conseguía abrir el cofre. Los campesinos, labriegos y artesanos del reino se asustaron mucho, y fueron los siguientes en intentar abrirlo. Pero fue imposible.

Ante aquel fracaso el rey se enfureció mucho, y ordenó azotar a una persona al azar por cada hora que el cofre estuviera cerrado. Pero la orden no llegó a cumplirse porque el rey cayó enfermo preso de su propia rabia y tuvieron que encerrarlo para que no contagiara a nadie. El príncipe Bao asumió el trono temporalmente y anuló la orden.

Tras pedir perdón a los súbditos del reino por los desatinos de su padre se acercó al cofre y se sentó junto a él. Entonces se dio cuenta de que no había intentado abrirlo, así lo observó con detenimiento. Su sorpresa fue enorme cuando descubrió una inscripción junto al lugar donde debía estar la cerradura. La inscripción decía:

Si riquezas quieres abre tu corazón y dame una razón para que te las entregue. Que si amable eres y tu intención es buena, no tendré ninguna pena de regalar mis bienes.

- ¡Eso es! ¡Claro! -exclamó el príncipe Bao tras leer la inscripción. Y le dijo: - Siento mucho todo el daño que te hemos hecho. Pero si dejas que te abra, prometo repartir tus riquezas entre mi pueblo.

En ese momento, el cofre se iluminó y la tapa se levantó. Pero en su interior no había oro ni piedras preciosas. En su lugar había millones de estrellas que desprendían una luz que llenaban de paz todo lo que iluminaban.

Bao abrió la ventana y le dijo a las estrellas: - Volad y repartíos entre la gente.

Todas las estrellas obedecieron salvo una, que se quedó con Bao. El príncipe, agradecido, fue a la habitación donde estaba encerrado su padre y le regaló la estrella. Al momento, su padre se curó de la rabia y comprendió lo que había pasado, y arrepentido, nombró rey a su hijo Bao para que gobernara con la bondad y la generosidad que él había negado a su pueblo durante tantos y tantos años. FIN.

“Y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra”. (Mt 13,46).


Guión Litúrgico:

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