DOMINGO DE RESURRECCIÓN

CICLO B

JESÚS HA RESUCITADO. ¡ALELUYA!


“Él había de resucitar de entre los muertos”. (Jn 20,1-9)
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.




Cuento: “El huevo vacío”:

Matías, era un niño con capacidades mentales diferentes. A la edad de 12 años había cursado el 2º grado, y parecía que jamás podría pasar de ahí.

Durante las clases estaba distraído y nunca respondía correctamente a las preguntas que se le hacían. La maestra que ya no sabía qué hacer con él, se irritaba y lo trataba duramente.

Harta de la situación un día la instructora citó a sus padres para decirles que Matías debería asistir a una escuela especial, ya que para él era imposible seguir el ritmo de sus compañeros, debido a que por el retraso mental que sufría, era como un niño de cinco años.

La mamá, le explicó, que en la ciudad no había ninguna escuela especial y que además sería terrible sacarlo de aquella escuela, porque Matías se sentía muy feliz de estar allí.

La maestra, se encontraba en un dilema, por un lado quería entender la situación, aunque sabía que el niño no tendría muchas posibilidades de evolucionar y por otro lado tenerle en clase, era una carga muy pesada tanto para ella como para los demás chicos.

A pesar de la situación, su conciencia no le permitió tomar otra decisión y aceptó que Matías permaneciera entre sus alumnos, pidiéndole a Dios que le ayudara a tener paciencia.

Se aproximaba la Semana Santa y la maestra les contó la historia de Jesús, como murió y su resurrección. A continuación les entregó a todos los niños un huevo de plástico y les dijo: «Quiero que se lleven este huevo a su casa, y que mañana lo traigan con algo en su interior que represente la Semana Santa de la que acabamos de hablar»

Al día siguiente, cada alumno colocó el huevo en una canasta que estaba sobre el escritorio.

Cuando la maestra comenzó a abrirlos, encontró en ellos las más variadas expresiones que daban señal de una nueva vida, flores, mariposas…

Cuando abrió el que correspondía a Matías ¡El huevo estaba vacío!, pero como no quería que se sintiera mal, disimuladamente puso el huevo a un lado y tomó otro.

De pronto, el niño totalmente exaltado, exclamó: -Seño, ¿es que no va a decir nada de mi trabajo? La maestra pacientemente contestó: -Matías, creo que no entendiste el trabajo que te pedí, el huevo está vacío.

Mirándole a los ojos le dijo: -Sí, claro que está vacío, como también está vacía la tumba de Jesús. Porque Jesús resucitó y creo que esto es lo más importante de la Semana Santa.

«Jesús dejó la tumba porque Su mayor deseo es habitar en tu corazón, solo tienes que permitírselo. Tuya es la decisión»

Pero el les dice: “No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado; no está aquí. Ved el lugar donde lo pusieron” . (Mc 16,6)


Guión Litúrgico:

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