Cuento: “El gran frasco de la vida”
Hace un tiempo atrás, un profesor de filosofía puso sobre su mesa un frasco grande de mayonesa, unas piedras, unas canicas, una bolsa de arena, y una taza de café para que toda su clase las viera.
Cuando comenzó la clase, sin decir palabra tomó el frasco de mayonesa y lo vacío.
Después procedió a llenarlo con las rocas, que tenían un tamaño de 2 pulgadas de diámetro.
Luego preguntó a sus estudiantes: Piensan ustedes que el frasco está lleno…
– Todos los estudiantes unánimes dijeron que si estaba lleno.
Así que el profesor tomó dos docenas de canicas y las fue colocando una a una dentro del frasco hasta que todas entraron y llenaron los espacios abiertos entre las rocas.
Nuevamente preguntó a los estudiantes si el frasco estaba lleno.
– Todos volvieron a contestar que sí.Después tomó la bolsa de arena y la vacío dentro del frasco. Por supuesto, la arena llenó todo lo demás. El profesor volvió a preguntar: Si el frasco ahora estaba lleno.
– Todos respondieron que sí.
Ahora, dijo el profesor: "Quiero que se den cuenta que este frasco representa la vida.
– Las rocas son las cosas importantes: su relación con Dios, su familia, su pareja, sus hijos, su salud…
– Cosas que si todo lo demás lo perdiéramos y solo estas cosas quedaran, nuestra vida aún estaría llena.
– Las canicas son las otras cosas que nos importan como nuestro trabajo, la casa, el coche, los amigos, etc.
– La arena es todo lo demás. Las cosas pequeñas.
MORALEJA:
Después continuó diciendo el maestro…
– Si nosotros ponemos primero la arena en el frasco, no tendremos ningún espacio para meter las canicas y ni para las rocas. Lo mismo ocurre con la vida.
Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas que son importantes para nosotros. Prestemos atención a las cosas que son cruciales para nuestro gozo completo.
Coloquemos primero las rocas dentro del frasco de la vida que es lo único realmente importante. Establezcamos nuestras prioridades el resto es solo arena.
“Obrad no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a este es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello (Jn 6,27)
Guión Litúrgico: