DOMINGO V DE CUARESMA

CICLO B

JESÚS NOS ENSEÑA LO QUE ES UNA VIDA FECUNDA.


“Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto”. (Jn 12,20-33)
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.

Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo." La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí." Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.




Cuento: “Morir para vivir”:

Un comerciante de la India viajó al África para adquirir mercancías y animales de la zona, y mientras estaba allí pudo contemplar miles de hermosas cotorras de vivos colores. Admirado, decidió capturar una y llevársela a su país como animal de compañía. Una vez en casa, la puso en una jaula.

La alimentaba con semillas y miel, le ponía música y en general la trataba muy bien. Al cabo de dos años tuvo que volver al A frica y le preguntó a la cotorra si tenía algún mensaje para sus compañeras. El ave le dijo que les contara que era muy feliz en su jaula, que disfrutaba de cada día y que les enviaba su amor.

En África, el hombre transmitió el mensaje a las otras aves. Cuando acabó, una cotorra con lágrimas en los ojos cayó al suelo, muerta.

El hombre se alarmó y pensó que debían haber sido muy amigas, y que esa habría sido la razón de su tristeza y muerte.

De regreso al hogar, el viajante contó a su cotorra lo sucedido.

Nada más oírlo, esta se desplomó sobre el suelo de la jaula.

El hombre, confuso, creyó que había muerto de desesperación por la noticia, así que abrió la jaula y se la llevó al jardín para enterrarla. Peto; al instante la cotorra voló hacia la rama de un árbol.

- ¿Así que no estabas muerta? ¿Por qué lo hiciste? – dijo el hombre.

- Porque el ave de la selva me envió un mensaje importante.

- ¿Qué mensaje? –preguntó él.

- Me enseñó que si quería escaparme de la jaula tenía que morir estando viva.

“En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto”. (Jn 12,24).


Guión Litúrgico:

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