DOMINGO IV DE CUARESMA

CICLO B

JESÚS ES LA LUZ DEL MUNDO.


“Dios mandó a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él”. (Jn 3,14-21)
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios."




Cuento: “El juicio entre la oscuridad y la luz”:

Sucedió que un día la oscuridad, cansada de sentirse escondida y perseguida por la luz, donde ésta cada vez le estaba robando más terreno, decidió ponerle un pleito.

Tiempo después, el juez aceptó a trámite la demanda. Llegó el día marcado para la vista. La luz iluminando allá por donde pasaba, se personó en la sala, incluso antes que llegara el propio juez, momento en el que desapareció la oscuridad, sin que nadie se percatara.

Llegaron los respectivos abogados y el juez. Pasaban los minutos, pero la oscuridad no aparecía. Finalmente, el juez, ya harto de esperar, falló a favor de la luz.

¿Qué había sucedido? ¿Cómo era posible que la oscuridad hubiera puesto un pleito y no se hubiera presentado?

Nadie salía de su asombro, aunque la explicación era sencilla: la oscuridad estaba fuera de la sala, pero no se atrevió a entrar porque sabía que sería disipada por la luz en el acto.

“La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo”. (Jn 1,9).


Guión Litúrgico:

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